viernes, 1 de enero de 2016

Datos del Archivo Histórico: La Venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza

LA VENIDA DE LA VIRGEN DEL PILAR A ZARAGOZA

 
Dentro de la iconografía mariana, una de las más representadas es la de su venida en carne mortal a Zaragoza, cuyos protagonistas son la Virgen del Pilar y el apóstol Santiago. La Archicofradía de Nuestra Señora del Pilar de Cádiz no es ajena a este hecho y cuenta con importantes representaciones de aquel momento, tanto en escultura como en pintura. En este caso mostramos una estampa encargada por un hermano de la Archicofradía a uno de los calcógrafos más importantes de España en la segunda mitad del siglo XVIII; Mateo González.

El relato que funda el culto al Pilar se sitúa a orillas del río Ebro en torno al año 40 d. C. siendo la aparición de la Virgen un revulsivo para la labor evangelizadora del apóstol Santiago, además de consignarle la tarea de edificar un templo en su honor. Es fundamental el hecho de que fuera trasladada en carne mortal desde Tierra Santa por un coro de ángeles, convirtiéndose en la única aparición —más bien venida o traslación—de María antes de su ascensión a los cielos.[1]

El testimonio más antiguo que se conoce referente a la venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza, se conserva recogida en el apéndice de una copia de finales del siglo XIII de los Moralia in Job de san Gregorio Magno, custodiándose en La Seo zaragozana. Es la principal y única fuente canónica para establecer esta iconografía mariana, que aparece mayoritariamente a finales del siglo XV, influyendo en gran medida en su desarrollo el grabado y la imprenta. Relata la aparición de la Virgen en carne mortal a Santiago y sitúa el hecho en la ribera del río Ebro. Portada por ángeles sobre un pilar marmóreo, conforta en la fe tanto a Santiago como a los primeros cristianos que había convertido, con la intención de que el apóstol edificara una iglesia en aquel lugar y que colocara la columna junto al altar. De ahí el nombre que se le puso al templo que se edificó; Santa María del Pilar, el primero del mundo en estar dedicado a la Virgen.[2]

La devoción a esta advocación se fue incrementando, hasta llegar al siglo XVII donde se producen numerosos milagros atribuidos a la Virgen, siendo quizás el más conocido el milagro de Calanda, en 1640, lo que llevaría posteriormente, en ese mismo siglo, a ser nombrada patrona de Zaragoza y del Reino de Aragón.

Las hermandades contaron con la distribución de estampas como un instrumento eficaz para difundir su devoción. La Archicofradía del Pilar de Cádiz conserva en su archivo el libro de cuentas donde están anotados, desde 1749, los gastos por la impresión de estampas de la titular.[3]

Esta estampa de Mateo González, dibujada y grabada en Zaragoza en 1791, está realizada en talla dulce, aguafuerte y buril. En la leyenda situada en la parte inferior detalla las indulgencias y que fue grabada a devoción de un hermano de la Archicofradía gaditana.

Mateo González Labrador (Daroca, 1740-Zaragoza, 1807) sobresale en la época de mayor esplendor dentro de la alta calidad artística que caracteriza a la producción gráfica zaragozana. En su producción encontramos tanto obras religiosas como profanas, sobresaliendo en el retrato así como en los grabados científicos, emblemas y escudos.[4]

Fue nombrado académico de mérito de la Real Academia de San Luis de Zaragoza el 1 de mayo de 1796, grabando el escudo para sus estatutos y el sello. En ese mismo año interviene en la prestigiosa obra del Conde de Sástago, impresa en Zaragoza, Descripción de los Canales Imperiales de Aragón y Real de Tauste, con algunas láminas de planos y el medallón de la portada con los bustos de perfil de Carlos IV y María Luisa de Parma.[5]

Falleció el 31 de diciembre de 1807 y se enterró el 2 de enero, precisamente el día en que se conmemora la Venida de la Virgen del Pilar a Zaragoza, acontecimiento que plasmó en varias ocasiones en sus grabados y que es el tema de la estampa que hemos mostrado en esta entrada.

Gracias a la Archicofradía del Pilar de Cádiz y, en concreto, a uno de sus hermanos, contamos con una de las mejores creaciones del grabador aragonés Mateo González. El anonimato del hermano que la encarga nos deja sin saber, por el momento, si existía otro nexo de unión para llevar el encargo hasta Zaragoza, aparte del prestigio del artista.

José María Collantes González

Nota del autor: Esta entrada es un extracto del artículo publicado en La Hornacina. Se puede leer completo en el siguiente enlace:




[1] Ramón Solans, Francisco Javier (2014) La Virgen del Pilar dice…Usos políticos y nacionales de un culto mariano en la España contemporánea. Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, pp.51-52
[2] Centellas Salamero, Ricardo (1995) «El poder de la imagen: iconografía de la Virgen del Pilar», El Pilar es la Columna. Historia de una devoción. Zaragoza, Gobierno de Aragón-Ayuntamiento de Zaragoza, p.133
[3] Archivo Histórico de la Archicofradía del Pilar de Cádiz (AHAPC) Libro II, f.67 v.
[4] Roy Sinusía, Luis (2006) El arte del grabado en Zaragoza durante los siglos XVIII y XIX.  Zaragoza, Institución “Fernando el Católico” (C.S.I.C.) Excma. Diputación de Zaragoza, pp.334-335
[5] Gallego Gallego, Antonio (1979), Historia del Grabado en España. Madrid, Cuadernos Arte Cátedra. Ediciones Cátedra, S.A. p.313