ORIGEN Y PECULIARIDADES DE LA ARCHICOFRADÍA DEL PILAR
En la
configuración de la estética externa de estos Rosarios públicos tuvo una vital
importancia la inclusión del Simpecado, insignia que singularizaba cada
comitiva reproduciendo en su lienzo central la imagen titular de la
congregación.[1] Junto al Rosario diario, había ocasiones a lo
largo del año en que la procesión adquiría un carácter extraordinario. Así las
Compañías Espirituales solían tener un Simpecado de gala. La Archicofradía del
Pilar tuvo también un Simpecado de estas características, lamentablemente
perdido, pero del que nos podemos hacer una idea gracias a la referencia
encontrada en el archivo histórico que lo describe con una imagen de bulto de la Virgen del Pilar colocada
en el centro, con el cuerpo de nácar y el pilar de carey, siendo de oro la
corona de la Virgen
y las potencias del Niño.[2]
Junto con el
Simpecado, pronto se incluye la cruz como insignia que precede a la comitiva.
De la misma forma, el pasado 2 de enero, abría la procesión la Cruz parroquial contando a
sus lados con dos ciriales, recordando aquellos faroles de gran tamaño que
iluminaban el Rosario. La cruz que llevaba la Archicofradía en el
siglo XVIII, de ébano y láminas de plata, se encuentra en su capilla, en el
retablo de la izquierda.[3]
Otro apartado
importante que pudimos ver en la procesión fue la presencia de niños. Los
Rosarios de niños y jóvenes fueron importantísimos en el siglo XVIII ya que, a
imitación de los mayores, erigieron cortejos que dieron lugar a congregaciones
y hermandades que han perdurado en el tiempo.[4] Este
es el caso de la
Archicofradía del Pilar. A principios del mes de octubre de
1730, Félix Valdivieso, feligrés que vivía en una casa contigua a la entonces
parroquia auxiliar de San Lorenzo, solicitó permiso y consentimiento al cura
asignado a dicha parroquia para que, en la noche víspera de la festividad del
Pilar, saliese de la iglesia un rosario bajo la advocación de Nuestra Señora
del Pilar, compuesto por muchachos. Ya habían salido anteriormente de la casa
de Valdivieso, quien también participaba junto con algunas amistades, pero
deseaban poder establecerse en la iglesia para asegurar y extender el culto a la Virgen del Pilar. Aprovechando
la proximidad de la festividad del Pilar, obtuvieron la gracia solicitada quedando
establecidos desde el 12 de octubre de 1730, saliendo desde entonces de la parroquia
de San Lorenzo.[5]
Los niños en la
procesión de este año salieron vestidos de Infanticos. Así son llamados los
niños que, en Zaragoza, están al servicio de la Seo y el Pilar atendiendo al culto en el coro y
en el altar. El origen de estos Infanticos se remonta al siglo XVII, incluso
podría ser anterior. Entre otros menesteres, pasan a los niños y niñas de hasta
10 años por la imagen de la
Virgen y acercan a su manto los objetos que llevan los
fieles.[6] En
este caso, una de las niñas llevó al convento de San Francisco un centro de
cinco rosas, en alusión a las cinco llagas, distintivo de la Orden franciscana, que
entregó a Fray Francisco M. González Ferrera, O.F.M.
Una labor
encomiable de la
Archicofradía ha sido siempre la asistencia a cofrades
enfermos, acudiendo a su domicilio para visitarle y darle ánimos. En este caso
tenía mucha importancia la capilla portátil o domiciliaria con la imagen de la Virgen del Pilar o Divina
Enfermera. En el archivo histórico consta, en 1924, el ofrecimiento de un
hermano a costear una capilla portátil con la imagen de la Virgen.[7] Mes es
después se refleja el obsequio de una capilla portátil de caoba labrada.[8] La
Divina Enfermera suele ser una Virgen pequeñita, de similares características a
la que fue llevada en procesión por el Rvdo. P. Fray Juan Franco Pérez, O.P. Ya
en la capilla de la
Vera-Cruz , fue depositada en la mesa de altar del retablo
donde se encuentra Nuestra Señora de la Soledad.
Antes de
llegar, en las proximidades del convento franciscano, la procesión se vio sorprendida
por la aparición de la lluvia. Esto es algo que ocurriría a menudo en los
Rosarios públicos del siglo XVIII, ya que salían diariamente. Fue precisamente
en una de esas ocasiones, en el año 1763 —dato que ya hemos reflejado en una
entrada anterior— cuando por causa de la lluvia la Archicofradía tuvo
que refugiarse en el convento de las Descalzas, quedándose el simpecado en la
iglesia hasta pasados unos días que se regresó de nuevo a San Lorenzo.
Visto todo lo
anterior, se puede decir que el pasado 2 de enero se revivió el espíritu de la primitiva
Compañía Espiritual, origen de la Archicofradía del Pilar, que durante el siglo
XVIII y parte del XIX salía a las calles rezando y portando la imagen de su
titular, la Virgen
del Pilar.
José María Collantes
González
[1] Romero Mensaque, Carlos José (2004) El Rosario en Sevilla. Devoción, Rosarios
públicos y hermandades. Delegación de Fiestas Mayores del Ayuntamiento de
Sevilla, p.57
[2] Archivo Histórico
Archicofradía del Pilar de Cádiz (AHAPC) Cuentas, Libro II, f.171 v.
[3] Fue restaurada en 2005.
Conserva su aspecto original salvo las cantoneras y destellos.
[4] Romero Mensaque, Op. cit., p.99
[5] Archivo Histórico
Diocesano de Cádiz. Archicofradía del Pilar. Caja 500
[6] Página web Basílica del Pilar [En línea] Disponible
en: http://www.basilicadelpilar.es/infantes.htm [Consulta: enero 2016]
[7] AHAPC, Cuentas, Libro IX,
f.212 v.
[8] Ibídem, f.215 v.