LA PROCESIÓN DE LA VIRGEN DEL PILAR EN 1895
En la anterior
entrada que trató sobre la figura del Padre Tarín, adelantábamos que, además de
predicar la Novena ,
acompañó a la Virgen
del Pilar en la procesión de 1895. La salida procesional tuvo lugar el domingo
13 de octubre, recorriendo en su itinerario algunas calles de la feligresía.
Gracias a la documentación remitida por la Archicofradía al
Ayuntamiento de Cádiz, podemos conocer por dónde discurrió y algunos datos más
de aquella jornada.
En el expediente
del Negociado de Fiestas del Ayuntamiento de Cádiz correspondiente al año 1895,
encontramos varios documentos de la Archicofradía y del propio Ayuntamiento sobre la
procesión de Ntra. Sra. del Pilar de Zaragoza en aquel año.[1] El
primero es un oficio de la
Archicofradía dirigido a la alcaldía, firmado por el
mayordomo Manuel Márquez y fechado el 3 de octubre de 1895, en el que comunica e
invita al alcalde a la salida procesional de la Virgen del Pilar,
especificando las calles de su itinerario; Amargura (dcha.), Rosa, Torre,
Hospital Mujeres (dcha.) Amargura (dcha.) a su Templo.[2] El
mayordomo también solicita que concurran efectivos de la Guardia Municipal
para el mejor orden de la procesión.
En la
respuesta de la alcaldía, además de autorizar la salida procesional se comunicaba
que al alcalde le era imposible asistir a la procesión por cuestiones
inherentes a su cargo, delegando su representación en el teniente de alcalde
del distrito. Para velar por la seguridad, como solicitaba la Archicofradía , la Guardia Municipal
estaría a cargo del orden por todo el recorrido de la procesión.
A su vez, para
prever que no hubiera ninguna incidencia, la alcaldía remite un oficio al
arquitecto municipal donde le comunica el día de la salida procesional y el
recorrido, solicitándole informes para saber si necesitan reparaciones algunos
de los balcones de las fincas enclavadas en las calles por las que transcurre
el itinerario, o si se debe prohibir acceder a ellos.
El arquitecto
contesta a la alcaldía el 10 de octubre, manifestando que tras reconocer las
fachadas de las casas solicitadas, ha observado un preocupante deterioro en una
serie de balcones que enumera a continuación, recomendando limitar el número de
personas que vayan a asomarse. Es muy curiosa la relación de casas y las
recomendaciones establecidas:
-
Calle de la Rosa número 1
En los
balcones del último piso de esta casa no deberían asomarse más de dos personas
en cada uno.
-
Calle de la Rosa , núm. 26 y 28
En el balcón
cierro del piso entresuelo, no deberían colocarse más de dos o tres
espectadores.
-
Calle Sagasta,
núm. 53
En el balcón
corrido del piso principal de esta casa no deberían asomarse más de cuatro o
seis personas.
-
Calle Sagasta,
núm. 63
Deberá
recorrerse el vuelo de enchapadura de la cornisa, asegurando los ladrillos que
se encuentren movidos, reponiendo los que falten.
Para hacer
cumplir estas recomendaciones, un guardia municipal se personaba en estas casas
para comunicárselo a los inquilinos, y en cuanto a las medidas de más
envergadura, como la intervención a realizar en la casa de la calle Sagasta 63,
se le notificaba al dueño o administrador para proceder inmediatamente a
efectuar las obras indicadas por el arquitecto municipal.
Una vez
cumplidos todos los preparativos, la procesión tuvo lugar el domingo 13 de
octubre, saliendo de la parroquia de San Lorenzo a las cinco de la tarde. Ese
mismo día, a las seis de la tarde, salía de la iglesia conventual de Santo
Domingo la procesión del Rosario.[3] La
procesión del Pilar discurrió sin ninguna incidencia mientras que la procesión
del Rosario, en cuya comitiva iba el obispo, tuvo gravísimos problemas de orden
público. Fue boicoteada por todo su recorrido, profiriendo continuos insultos y
atacando físicamente a los integrantes del cortejo. No trataremos aquí ese
desgraciado episodio que merece un detenido estudio. Lo que sí destacamos es el
hecho anecdótico que ocurrió cuando el Gobernador Civil fue alertado de esos
incidentes. Salió a la calle rápidamente buscando una procesión y algunos
ciudadanos le indicaron el camino hacia la procesión de la Virgen del Pilar. Estuvo
recorriendo algunas calles que no conocía por las inmediaciones de San Lorenzo
sin encontrar ningún problema, hasta que encontró a algunos miembros de la Guardia Civil que también se
habían equivocado creyendo que los incidentes se producían en la procesión del
Pilar. Cuando por fin llegaron al lugar del suceso, a las inmediaciones de
Santo Domingo, ya la procesión se había recogido y todo había pasado.[4]
Afortunadamente,
en la procesión de la Virgen
del Pilar no hubo ningún problema y así lo recogió la prensa de la época: «recorrió los alrededores de San Lorenzo,
entre el mayor fervor y tranquilidad, y en la que iba el Padre Tarín, que había
predicado antes»[5]
Para terminar
esta crónica, lo haremos con las palabras del mayordomo Manuel Márquez
Fernández recogidas en el acta del año siguiente, correspondiente a la Junta anual,[6]
celebrada el 26 de enero de 1896, que resumen perfectamente lo acontecido en
los cultos del año anterior:
…y como el principal o mejor dicho el único objeto de esta Corporación
es el mayor culto a Ntra. Sra. Titular, y permitiéndolo ya su estado, se
celebró la Novena
con Manifiesto, se encomendaron los sermones de ella al fervoroso y elocuente
Padre Tarín y aunque hecho con la mayor y prudente economía, sacamos
procesionalmente la imagen de Ntra. SSma. Madre por las calles de la feligresía.
José María Collantes
González
[1]
Archivo Histórico Municipal de Cádiz. Negociado de Fiestas, Caja 1444,
Expediente 55
[2] La
calle Sagasta se llamó Amargura desde 1855 a 1890, año en que toma su actual nombre
(Smith Somariba, Guillermo (1913) Calles
y Plazas de Cádiz, p. 293. Según el itinerario -cinco años después de
cambiarle el nombre- todavía persistía el anterior de Amargura.
[3] Diario de Cádiz, jueves 10
de octubre de 1895
[4] La Correspondencia de
Cádiz. Año XXVI, Núm. 6938. Viernes, 3 de mayo de 1901. Crónica Judicial. La
Causa del Rosario.
[5] Ídem
[6] Archivo Histórico
Archicofradía del Pilar de Cádiz. Apartado de Actas y Acuerdos de Juntas, Libro IX, f. 149