EL ALTAR PORTÁTIL PARA LOS CULTOS DE FINALES DEL SIGLO XIX
El pasado mes
de agosto, durante el solemne besamanos que se celebró con motivo del 150
aniversario de la proclamación de Nuestra Señora del Rosario Coronada como
Patrona de Cádiz, la Virgen
del Pilar lució espléndida bajo el hermoso templete que le fue cedido
amablemente por la Hermandad
de la Divina Pastora
de Cantillana. La Virgen
del Pilar de Cádiz podría haber tenido un paso propio si hubiera prosperado la
iniciativa que se barajó en 1896.
Durante
el Cabildo de Cuentas y Elecciones que se celebró el 27 de enero de 1895, el
mayordomo Manuel Márquez Fernández se quejaba de la escasez de enseres y el mal
estado en que se encontraban los que se tenían, particularmente el altar
portátil utilizado para los cultos de la Virgen del Pilar.[1]
Al año
siguiente, en el Cabildo General celebrado el 26 de enero de 1896, se sigue
tratando este tema. El mayordomo planteó que lo más necesario era un altar o
templete que fuera propiedad de la Archicofradía , donde se pudiera colocar con el debido
decoro a la Virgen
en su festividad. Propuso que, en sustitución del proyecto de altar que se
pensaba hacer, se realizara un paso que pudiera utilizarse para las
manifestaciones internas y externas del templo, por resultar más práctico y de
mayor lucidez. Finalmente, no prosperó este proyecto y se continuó con el del
altar portátil. Como no se había podido realizar uno nuevo por el elevado
coste, se tuvo que utilizar el antiguo que tenía la V.O .T. de Servitas, que lo cedió
desinteresadamente.[2]
En
1897 continuaba el problema y de nuevo el mayordomo dejaba constancia, en el
punto segundo del Cabildo General celebrado el 5 de febrero de 1897, de la
precisión absoluta de arbitrar recursos extraordinarios para la construcción
del nuevo altar portátil para las festividades de la Virgen , por no existir para
ese año ni propio ni prestado que pudiera servir, proponiendo que se llevara a
cabo una suscripción entre los hermanos y devotos. Dada la premura de la
situación, en el punto séptimo del mismo Cabildo, por unanimidad, se aprobó la
construcción del altar y que se llevara a efecto la suscripción solicitada. Tal
fue el entusiasmo con que se acogió la propuesta que en la misma reunión empezó
la aportación entre los miembros de la
Junta , recogiéndose entre todos 600 pesetas y se le dio
autorización al mayordomo para que llevara a cabo la construcción del altar con
arreglo al diseño aprobado.[3] Este
dato es muy interesante porque probablemente existiera un croquis o dibujo que,
de conservarse, nos daría una idea clara de cómo fue aquel altar.
El
altar se estrenó en octubre, para la
Novena de 1897.
A final de año, el 31 de diciembre, el mayordomo da
cuenta de las gestiones realizadas y la cantidad total recaudada en la
suscripción, que ascendió a un total de 1.936,26 pesetas. El altar costó
2.201,36 pesetas, faltando 265,10 pesetas que fueron satisfechas con los fondos
de la Archicofradía. La
cantidad total de la suscripción se alcanzó faltando poco tiempo para la Novena , por lo que no hubo
tiempo material para dejar el altar totalmente terminado, contando con la
estructura pero faltándole algunos detalles ornamentales, como era el fleco de
oro fino para el pabellón, tachonar de estrellas doradas el dosel y velo
blanco. También faltaban algunas piezas de candelería y había que arreglar la
que se tenían en esos momentos, ya que estaban en muy mal estado.[4]
Durante
el año 1898, el altar portátil quedó terminado y ya no sería hasta ocho años
después cuando se ve necesitado de reformas. En el registro contable
correspondiente al año 1906, se anotan los gastos que ascienden a 480 pesetas
por una reforma del altar portátil, consistiendo en la construcción de una
grada, tabla de luces y ampliación de la ráfaga y dorado.[5]
En
1915, transcurridos dieciocho años del estreno, el altar presentaba algunos
elementos deteriorados, como por ejemplo el velo, que se pensó en reformar o sustituir.
En el caso de que se optara por uno nuevo, se propuso contactar con alguna
fábrica de tejidos de Barcelona para que las estrellas que tuviera fueran
estampadas y no pintadas como había sido hasta el momento.[6]
Lo novedoso de
aquel altar es que estaba preparado para tener iluminación con luz eléctrica,
por lo que en las actas se destaca el ahorro que esto supondría en cera.[7] Un dato anecdótico ocurrió el 27 de
septiembre de 1915. Se tuvo que reunir la Junta de la Archicofradía de
urgencia, ya que llegó un oficio del Obispo en el que prohibía totalmente el
uso de luz eléctrica en el altar mayor. El mayordomo Bartolomé Gómez Plana expuso
que el altar fue construido expresamente para luz eléctrica, observando que si
no fuera así habría un problema con el dosel, ya que la escalinata de la
candelería está totalmente debajo del dosel celeste y por consiguiente muy expuesto
a quemarse.[8] Como no había tiempo para
buscar soluciones, de nuevo se propone pedir prestado el altar portátil a la V.O .T. de Servitas.
En el
inventario que conserva la
Archicofradía del año 1920, encontramos una información
preciosa para darnos una idea más completa de cómo era aquel altar portátil que
se utilizaba para la
Novena.[9]
Conta ba con los siguientes elementos:
-
Cuatro ángeles que sostenían el paño del dosel
-
Dos candelabros de madera dorada con 7 brazos, de 1 metro de alto
-
Seis candelabros medianos dorados
-
Seis candelabros de bronce para el plan de altar
-
Seis jarrones dorados con ramos también dorados
-
Dos ramos de flores plateados y dos jarrones dorados
-
Dos atriles de misa dorados
-
Un crucifijo pequeño para el altar, de metal.
De esta relación,
solo quedan los seis candelabros de bronce para el plan de altar que
actualmente se encuentran en la capilla y un atril que se conserva en la Casa de Hermandad de la Archicofradía.
Atril con el escudo de la Archicofradía del
Pilar
Paulatinamente
se dejó de utilizar y se fue perdiendo el rastro a este altar portátil que
utilizó durante muchos años la
Archicofradía para los cultos de la Virgen del Pilar y del que
únicamente nos quedan estos datos encontrados para formarnos una ligera idea de
cómo pudo haber sido. Quizás si se hubiera elegido hacer un paso o templete
para la Virgen
todavía podríamos disfrutar de él, se habría utilizado en las salidas
procesionales del pasado siglo y, de haber llegado hasta nuestros días, hubiera
engrosado el patrimonio artístico de la Archicofradía del
Pilar de Cádiz.
José María Collantes
González
[1]
Archivo Histórico Archicofradía del Pilar de Cádiz (AHAPC) Apartado de Actas y
Acuerdos de Juntas, Libro IX, f. 146 v
[2] AHAPC, Apartado de Actas y
Acuerdos de Juntas, Libro IX, f. 149 v
[3] AHAPC, Apartado de Actas y
Acuerdos de Juntas, Libro IX, ff. 151-152
[4] AHAPC, Apartado de Actas y
Acuerdos de Juntas, Libro IX, ff. 155-156
[5] AHAPC, Registro contable,
Libro XIII, p.14
[6] AHAPC, Apartado de Actas y
Acuerdos de Juntas, Libro IX, f. 189 v
[7] AHAPC, Apartado de Actas y
Acuerdos de Juntas, Libro IX f. 155 v
[8] AHAPC, Apartado de Actas y
Acuerdos de Juntas, Libro IX, f. 190
[9] AHAPC, Caja 1, legajo 8